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Esa dolorosa silla vacía en la Ciudad

Laura Velasco, legisladora de Frente de Todxs, advirtió sobre la situación de las mujeres y lxs diversidades en CABA, la que calificó como "La política del Cero Coma".

En la Legislatura porteña se aprobó el Presupuesto 2022 sin el acompañamiento de nuestro bloque, el Frente de Todxs. Hasta hace un tiempo, cuando se iniciaba la discusión en comisiones, cada área de Gobierno a través de los ministros y ministras, exponía su parte. Si se siguiera sosteniendo esta práctica, lamentablemente nos encontraríamos con una silla vacía, porque en la Ciudad de Buenos Aires aún no contamos con un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Cada vez que viene el Jefe de Gabinete de Ministros a brindar su informe, mi primera pregunta siempre es porqué; porqué la ciudadanía porteña no tiene un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Y no hay respuesta.

Según el último censo nacional realizado en 2010, la población de la Ciudad es de 2.890.151 habitantes. Si miramos su composición, la mayoría somos mujeres: 114 por cada 100 varones. Sin embargo, la partida destinada a la Dirección General de la Mujer (DGM) -que depende del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat- representa apenas el 0,09% ($ 838.386.247) del presupuesto total de la Ciudad, y menos del 1,38% del destinado al Ministerio que la contiene. Vale aclarar que esta Dirección sigue teniendo una perspectiva binaria y no incluye a las personas LGBTIQ que integran otra dirección en otra área de gobierno, con una formulación bastante antigua: la Dirección General de Convivencia en la Diversidad.

Si vamos un poco más allá y sumamos todos los programas que tienen que ver con géneros y diversidad de todas las carteras, incluyendo a la nueva Secretaría de Género e Igualdad de Oportunidades , los números no son mucho más alentadores: 0,51% del total presupuestario de la Ciudad. Las mujeres, géneros y diversidades seguimos en el cero coma somos un cero a la izquierda, no somos prioridad en las políticas públicas.

Por poner un ejemplo, el único ángulo desde el que se aborda la violencia económica es desde la inclusión y el crecimiento de las mujeres en el ámbito laboral, cuando este tipo de violencia incluye un abanico mucho más amplio de problemáticas como la falta de equidad en los salarios, la no concientización sobre la cuota mensual en el caso de tener hijxs y estar separadx, la falta de independencia económica, el gasto que representan para las personas menstruantes los productos de higiene, entre otras.

Pero la inserción laboral es una formalidad porque cuando se pondera en números se traduce en un programa para sólo 150 mujeres emprendedoras. Al mismo tiempo, unas 1.500 trabajadoras cooperativistas, mayoritariamente mujeres, van a perder sus puestos de trabajo para convertirse en planes sociales, a la inversa de lo que está haciendo el Gobierno nacional, que reconoce a los planes como trabajo e intenta reconvertirlos en empleo estable.

Hay un universo enorme de mujeres que realizan tareas de cuidado domésticas y comunitarias sin reconocimiento económico, que trabajan en la economía popular organizadas en cooperativas o en la informalidad y ellas están ausentes en las políticas del Estado de la Ciudad. No se plantea una estrategia para implementar el Cupo Laboral Trans. Tampoco hay abordajes respecto de las violencias simbólica y política, y resulta llamativo que ningún Ministerio contenga un programa con un presupuesto específico para la implementación de la Ley Micaela y de la Ley de Educación Sexual Integral.

Las mujeres y diversidades simplemente no estamos en el Presupuesto diseñado por el Gobierno porteño, porque las políticas públicas en materia de géneros y diversidad, como sucede en general con todas las áreas sociales, no están entre sus prioridades. Desde el Frente de Todxs no nos conformamos ni vamos a bajar los brazos, porque estamos convencidxs de la necesidad de contar con un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad en la Ciudad, tal como sucede en el plano nacional, que nos permita jerarquizar el área, dotarla de un presupuesto específico, que transversalice las políticas públicas, integrando todas las áreas de gobierno, para poder discutir un Presupuesto para la Ciudad de Buenos Aires con perspectiva de género.

Seguramente, si tuviéramos este Ministerio podríamos avanzar en el reconocimiento de las Promotoras Territoriales para barrios libres de violencia, para lo cual presentamos el proyecto de Ley Bety Quispe en la Legislatura. Como también podríamos avanzar en fortalecer los Centros Integrales de la Mujer (o de Mujeres, Géneros y Diversidad), para que sus trabajadoras no estén precarizadas, para que haya equipos interdisciplinarios, campañas de prevención y una real articulación con las áreas de Gobierno. Para que no vuelva a suceder lo que pasó recientemente en Villa Ortúzar con Lola Villares, donde el presunto femicida logró escapar por errores graves en el accionar de la Policía.

Podríamos sumar nuevos CIM, uno cada cincuenta mil mujeres y personas LGBTIQ+ -tal y como plantea la ley 5466, que no dice sólo uno por comuna-, en cercanía a los barrios populares, abiertos las 24 horas, y no prácticamente cerrados como sucedió en pandemia mientras aumentaban las cifras de violencia de género. Estamos de acuerdo con que los CIM dejen de lado sus convenios para pasar a la órbita estatal, siempre y cuando sea por una decisión política y no porque 310.000 pesos mensuales no alcanzan para mantenerlos en funcionamiento como sucedió en las comunas 12 y 15 de la Ciudad. Nos preguntamos cómo van a ampliar la meta de atención en los CIMs de 9800 a 48000 mujeres si el presupuesto apenas se actualiza por proyección inflacionaria. Porque para erradicar la violencia machista necesitamos políticas públicas concretas, activas y con presupuesto. No alcanzan los carteles que digan #NiUnaMenos ni las declaraciones en discursos oficiales.

Cuando debatimos el presupuesto estamos discutiendo qué modelo de Ciudad queremos. Un año más donde el presupuesto presentado por Horacio Rodríguez Larreta y su Gobierno no da respuestas a las problemáticas que sufrimos las mujeres y personas LGBTIQ+ que habitamos y transitamos la Ciudad de Buenos Aires. Se sigue proyectando una Ciudad gris, con muchos metros cuadrados de cemento, asfalto y torres de lujo a la medida de la especulación inmobiliaria, que no resuelve la emergencia habitacional, ambiental y de género. Nuestro horizonte sigue siendo construir una ciudad del buen vivir y el bien común, igualitaria, inclusiva, donde no haya ciudadanía de segunda por ser pobre, migrante, mujer cis o trans, con derechos igualados desde una perspectiva de género, clase y origen.

*Laura Velasco, legisladora y presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud de la Legislatura porteña



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