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El hombre aislado es nadie

Un análisis sobre la jornada del 27 de octubre, en la que se impuso Alberto Fernández como nuevo presidente, y los desafíos que se vienen.

"El hombre aislado es nadie, apenas algo más que un aterido grano de sombra que a sí mismo se sostiene y que el impalpable viento de las horas desparrama. Pero la multitud tiene un cuerpo y un ademán de siglos", escribía Scalabrini Ortiz al describir el 17 de octubre. Cuando las palabras no alcanzan y el cuerpo siente tanto, busco entre los que ya fuimos para enraizarme. Ser pueblo es vocación de amor colectivo que se repite en la historia. El domingo de la semana pasada hubo una fiesta popular después de cuatro años de crueldad institucionalizada. Prosigue Raúl: "Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río".

Pensaba el domingo en el bunker que estas son las cosas que me gustaría contarles a mis nietes o a mis gates cuando sea mayor. Contarles que durante cuatro años soportamos atrocidades de un gobierno despiadado, ofensas a nuestra memoria como el intento del 2x1, pero ante todo me gustaría contarles que defendimos aquello por lo que lucharon quienes estuvieron antes que nosotres: la democracia. Sostuvimos estoicos una decisión política, la de no atropellar aquello que tanto nos costó y en el mientras tanto enmendar, curar, suturar las heridas y sostenernos cuando se nos hicieron carne dolores inmensos como el Sandra y Rubén en Moreno.

Hoy festejar para nosotres es necesario y vital, es potencia política. Festejar quienes somos, festejar sin el yugo encima de la sombra neoliberal. Festejar más por el otro que por vos es recuperar identidad. El domingo hubo altares profanos encendidos en las casas, velas a Santa Evita, estampitas de Cristina tirando besos. Ana María, una vecina que me crucé en la calle me contó que, por cábala, se había puesto la misma remera que el 9 de diciembre de 2015 mientras abrazaba a su nieta, y más adelante un grupo de compañeras perreaba al ritmo de la música abajo de una bandera del orgullo. Rituales populares que recuperamos y que sea cual fuere para cada une de nosotres nos empuja a creer en algo.

Ese algo es para mí a lo que debemos aferrarnos, es ganas y esperanza de ser cada vez mejores, de volver con la humildad necesaria para volver a empezar entendiendo que hay que aun correr los límites que antes no fueron suficientes y ser, lo que somos, con la convicción que podemos todavía más. Que la inclusión no acaba nunca, que la justicia social no admite privilegios, que necesidades y derechos son un conjunto indisoluble.

Aferrarnos al goce, reforzar nuestra identidad, saber que podemos dar más. Una gran ecuación para encarar los años de reconstrucción que nos esperan después de la peor administración de la historia del país. Saber que para la tarea que tenemos por delante el abrazo compañero y la alegría van a ser fundamentales como motor.

La victoria fue contundente. Quizás no por todos los puntos que nuestra ilusión y emocionalidad requería, pero si en términos concretos. Hay que dimensionar que se jugó la voluntad de un pueblo contra todo el poder concentrado, la empresa, el poder financiero, los medios de comunicación, el cinismo de un dólar que subía por culpa de alguien que aún no era presidente y ejércitos de trolls inundando los sentidos comunes. Sí, ellos también lo dieron todo y perdieron, pero no olvidemos que ese 40% aún está ahí acechando, y que eso nos recuerde mantener la unidad.

Hoy el país vuelve a ser conducido por alguien que es capaz de abrazar a un pibe de gorrita y prometerle que la estigmatización se va a acabar porque se va con ellos el dolor que todos sentimos en el cuerpo este tiempo. Hoy tenemos la vicepresidenta soñada. Hoy hay seis intendencias de compañeras feministas peronistas y el poder legislativo lleno de compañerazas como resultado de las luchas populares que nos dimos. Por todo esto y por todo lo que soñamos ser, no por nosotres sino por les otres merece que hoy festejemos. Que nos demos el permiso de ser felices para hacer felices a les otres.

*Andrea Conde es legisladora porteña y Presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud.* 



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