El reciente aumento del 2,6% en la Canasta Básica Total (CBT) revela la alarmante situación económica que atraviesan las familias argentinas. Para no ser consideradas pobres, una familia tipo necesita ahora $964.620, un monto que refleja la incapacidad del gobierno de Javier Milei para contener la inflación y proteger a los sectores más vulnerables.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) muestran que la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que mide la línea de indigencia, también se incrementó, subiendo un 1,7% en septiembre y acumulando un asombroso 189,9% interanual. Mientras tanto, el aumento de la CBT es del 94,6% en el último año, lo que pone de manifiesto que las políticas implementadas hasta ahora no han logrado aliviar la carga económica de los ciudadanos.
Para una familia de cuatro personas, el ingreso mínimo necesario para no caer en la indigencia es de $428.720. Esta cifra es simplemente insostenible para muchos hogares que ya luchan por llegar a fin de mes. En un contexto donde el salario promedio no acompaña estos aumentos, se evidencia una creciente desconexión entre la realidad de los ciudadanos y las decisiones del gobierno.
A pesar de que ambos indicadores han crecido a un ritmo menor que la inflación general, que alcanzó el 3,5% en septiembre, esto no es motivo de celebración. Esta disparidad señala una presión constante sobre el costo de vida, exacerbada por la falta de medidas efectivas para enfrentar la crisis.
La administración de Milei parece estar ignorando la creciente pobreza y la indigencia que afectan a miles de argentinos. Sin acciones contundentes y efectivas, el futuro se torna sombrío para quienes más necesitan apoyo, lo que plantea serias preguntas sobre la viabilidad de su gestión en un contexto económico cada vez más crítico.