OÍR MORTALES | Gorillaz y Trueno | Quilmes Rock 2022 | Recitales en vivo

Maratón de rock, pop, trap y un cierre explosivo en el día 1 del Quilmes Rock

Gorillaz invitó a Trueno a trapear sobre su clásico Clint Eastwood y fue el broche de oro para una jornada de mucha música de la buena en Tecnópolis.

Los acordes de Clint Eastwood, aquel hitazo indestructible con el que Gorillaz se ubicó en el hall of fame del rock/pop apenas comenzado el siglo XXI, dieron paso al featuring más explosivo y ovacionado de la noche en la primera fecha del Quilmes Rock 2022: al momento del fraseo entró al escenario Trueno, quien minutos antes había puesto urgencia y efervescencia a su concierto en uno de los dos escenarios principales del festival.

Era casi la 1 am cuando el cierre a toda orquesta de Gorillaz y el crédito local (que nació en 2002, un año después del lanzamiento de aquel legendario primer disco de la banda inglesa, detonó al público que durante todo el día había recorrido los largos caminos del predio entre un escenario y otro así como entre las interminables filas para comprar una hamburguesa o hidratarse con lo que hubiera disponible.

Fue una lista larga de músicos y músicas que llenaron de sonidos de hoy y de hace un tiempo el aire de Villa Martelli y aledaños.

El festival arrancó temprano, a las 15, con el poco público habitual para quienes lanzan los primeros acordes de lo que son días de largo aliento. Con el correr de las horas el ambiente fue tomando forma a fuerza de bandas novísimas que sonaron en el espacio Geiser y otras tantas en el escenario Enigma (donde brillaron Benito Cerati y Poncho, entre otrxs).

Pero la fiesta con más potencia y convocatoria se dio principalmente en los dos escenarios principales, el Quilmes y el Rock (ubicados uno pegado al otro), donde se fueron intercalando las figuras de la tarde/noche.

El primer golpe fuerte lo dieron los Airbag, que participaron fuera de grilla, como reemplazo de Fito Páez (ausente por covid), pero que en segundos se pusieron al público en el bolsillo con un gran cover de Money for Nothing de Dire Straits. El resto fue oficio, sonido nítido al mango y buenas canciones para agitar la previa de los platos fuertes del día.

Luego del contundente concierto de Airbag fue el turno de Conociendo Rusia, la banda más Páez de las que participaron en el festival y que, nobleza obliga, dedicó su primera canción al músico rosarino. Se trató de Tu encanto, track que grabaron junto a Fito hace un par de años.

Luego vinieron algunas canciones conocidas por casi todos y todas, entre ellas la muy coreada Cabildo y Juramento. El cierre fue también el cierre del círculo que decidieron dibujar sobre el escenario, ya que fue con otra dedicatoria a las dos patas más sólidas de la mesa del rock nacional: "Charly y Luis Alberto", como apuntó Mateo Sujatovich antes de despedirse con los acordes de una pulcra y contundente versión de Rezo por vos.

Para ser una banda que hacía siete años que no tocaba en vivo, lo de Virus este sábado fue más que importante. Uno de los nombres icónicos del rock/pop argentino promedió la grilla central con un show compacto y con todos los hits que todxs lxs +30, +40 y +50 queremos escuchar sea donde sea que toquen.

El grupo liderado por Marcelo Moura (y que incluye a su baterista original, el gran Mario Serra) arrancó con Imágenes paganas, como para dejar en claro que se trataba de un set de grandes éxitos inoxidables. Como Pronta entrega, Amor descartable y Agujero interior y, antes, una versión de Luna de miel en la mano a puro apellido ilustre con Benito Cerati como invitado, portando un peinado que despertó en el público miles de "es igual a Gustavo", un mantra que se sostiene desde hace tiempo cada vez que el hijo pródigo se presenta en vivo. El cierre, inmejorable con Wadu Wadu.

Los uruguayos del Cuarteto de Nos, por su parte, ofrecieron un gran concierto apoyado en hits que a esta altura ya tienen doble ciudadanía: El hijo de Hernández, Ya no se qué hacer conmigo y Lo malo de ser bueno sonaron entre otros temas que hicieron saltar con ganas a un público que adoptó hace rato como propia a la banda.

Contrapunto para humano y computadora (de su último disco hasta el momento, Jueves, de 2020) marcó el capítulo de otredad que uno le pide a grupos como el Cuarteto, uno de esos que denota inteligencia lírica y musical a cada paso. Pues bien, cumplieron. El final, en tanto, fue con la que sabemos todxs: Yendo a la casa de Damián.

Lo que siguió fue un duelo de bajos fuertes, alta sensación térmica y mosh cruzado entre el escenario Rock y el un poco más chico escenario Claro. En uno tocó el cada día más firme Trueno, que con 20 años se planta en vivo con más solvencia que algunos de sus colegas de 40 y más. Quizá por eso sincronice tan bien que su set haya comenzado con él y su banda ataviados con máscaras tenebrosas en plan Slipknot. La lista de temas también fue un acierto con claves como Atrevido, Crip y su elogiada Bizarap session.

En el Claro, mientras tanto y con algunos minutos de retraso, Eruca Sativa hizo detonar ese sector de Tecnópolis con la contundencia de siempre.

Fuera o más allá, Por quienes vendrán, la potente y militante Creo (con iluminación verde a tono), pusieron los graves en alto con la voz de Lula Bertoldi como estandarte.

El otro plato caliente de la jornada fue el de Las Pelotas, que compactaron en un set midtempo un puñado de éxitos y otro tanto de tracks para fans. Germán Daffunchio celebró al micrófono un par de veces el regreso del Quilmes Rock tras la pandemia y recordó al "Bocha" Sokol. De las canciones no faltaron las infaltables, claro, incluyendo Víctimas del cielo, Será y Capitán América, dejando para la despedida a Esperando el milagro, tras 50 minutos de performance y con una frase de contexto: "Ya sé que están esperando a Gorillaz".

Y Gorillaz hizo lo suyo en sincro absoluta con un público que ya estaba instalado y listo para la fiesta, con el bonus track de quienes entraron al tumulto con el show ya comenzado porque venían del set de Los Pericos en el escenario Claro, que terminó luego de que hubiera arrancado la banda liderada por Damon Albarn.

La solidez en vivo del artista británico no hacía falta ratificarla pero el show confirmó todo lo bueno que ya se ha dicho sobre él y sus proyectos musicales (como ejemplo más reciente alcanza con oir su último disco solista, The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows). Pero el plus de Gorillaz es una vuelta de tuerca más del perfil lúdico del músico y cierta exteriorización de sus ganas de divertirse más allá del plan formal del rocker profesional. 

El ejemplo más claro de lo antedicho es la invitación a Trueno para que se sumara a la ya podríamos definir como la histórica versión de Clint Eastwood que sonó como cierre de la noche. El trapero argento le puso flow latino y aguijones de pelea de gallos al himno del pop dance british del siglo XXI. 

El show dio inicio con M1A1, también del primer disco de la banda, de 2001. Pero la cosa se puso más intensa cuando apareció otro clásico: Tomorrow Comes Today y, casi pegadita, la irresistible 19/2000

Fue casi una hora y media de avant garde en clave pop, rock y fusión, todo bajo el paragüas de un festival que volvió para quedarse. 



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