Se estiman alrededor de 61 migrantes muertos luego de que el barco en el que viajaban se hundiera frente a las costas de Siria, según lo indicado por el ministro de Transporte de Líbano.
"Sesenta y un personas murieron y 19 fueron rescatadas tras el hundimiento del barco", afirmó Ali Hamie, quien añadió que más de 100 personas, en su mayoría libanesas y sirias, estaban a bordo del pequeño barco que naufragó en el Mediterráneo frente a las costas de la ciudad siria de Tartús. Tartús es el más meridional de los principales puertos sirios y se encuentra a poco más de 50 kilómetros al norte de la ciudad portuaria libanesa de Trípoli.
Según las autoridades sirias, la embarcación transportaba a 150 personas. Estas embarcaciones resultan demasiado pequeñas y precarias para la cantidad de personas que transporta, con niñes incluides, pero la gente decide arriesgarse ante la desesperanza que generan las condiciones de vida actual.
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Debido a la grave crisis económica del Líbano, con corralito desde 2019 y sin fecha de caducidad, reformas exigidas por el FMI a cambio de un rescate financiero y una inflación del 161% anual; cada vez más refugiados sirios y palestinos, así como los propios libaneses, intentan cruzar el Mediterráneo en embarcaciones improvisadas para llegar a países europeos, incluida la isla de Chipre, a 175 kilómetros de la costa libanesa.
Según informó la ONU, al menos 38 embarcaciones con más de 1.500 personas salieron o intentaron salir ilegalmente de Líbano por mar desde 2020.
