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Siete preguntas a la escritora Fernanda Nogueira

La autora de “Si no fuera por el viento”, libro editado por Patria Grande que reúne treinta cuentos, responde el cuestionario de Infonews sobre sus gustos literarios y rituales de escritura, entre otros temas.


Fernanda Nogueira nació en 1977 en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Un cambio de dirección del viento la llevó a vivir su infancia y adolescencia en Santa Cruz, primero en el pueblo minero de Río Turbio y luego en Río Gallegos. Transitó la lejanía de Buenos Aires para completar sus estudios de Guía de Turismo y regresó al sur. Hoy su vida transcurre en El Calafate, en la misma provincia que la vio crecer. Este año publicó “Si no fuera por el viento” (Patria Grande), libro que reúne treinta relatos y fue declarado de Interés Cultural por los municipios de El Calafate y Río Turbio. En la actualidad está preparando un nuevo libro de cuentos que verá la luz próximamente.

1) ¿Cuál fue el primer libro que te deslumbró y por qué?

El primer libro que me deslumbró fue “Azabache”, de Anna Sewell. Tendría unos 9 o 10 años y creo que fue lo primero que leí, tal vez no, pero es mi primer recuerdo, mi primer contacto comprometido con un libro. Lo leí hace tanto tiempo que me cuesta pensar qué fue lo que más me impactó… Quizás descubrir que la voz del narrador, el personaje principal de la novela, fuera la de un caballo, Azabache. Recuerdo que las penurias que ese animal vivió me arrancaron mil lágrimas, pero la bondad y el encuentro a pesar de todo lo trágico que puede suceder en una vida, me han hecho vislumbrar el sentido primero (y la necesidad) de la esperanza y la ternura, o al menos eso sospecho hoy. Adorable historia.

2) ¿Tenés alguna manía o ritual a la hora de sentarte a escribir?

Me gusta más la idea de pensar en la escritura como ritual… Normalmente, pero no siempre, escribo de noche, como en este preciso momento. Todos duermen, el celular no suena, no hay distracciones, sólo yo, la pantalla y las palabras que alborotan el silencio. A veces suena algo de música, no ahora. Y otras, me acompaña una copa de vino, como ahora. Prefiero la noche, hay algo siempre misterioso en ella a punto de ser revelado y mientras lo busco me encuentro a mí misma.

3) ¿Cuáles son los temas o problemáticas que más te interesan abordar como escritora?

Como lectora, y ahora como escritora, me interesa encontrar en los libros los grandes temas detrás de las pequeñas historias. Historias que pueden percibirse pequeñas, pero que en realidad nunca lo son, pues cuando los temas que las atraviesan son las luces y sombras, los miedos, la paciencia, la fuerza, la fragilidad, las certezas, las incertidumbres, nuestra historia, se transforman en relevantes y enormes. En definitiva, lo que va sucediendo en nosotros mientras transcurrimos la vida y lo que hacemos de ella. “Si no fuera por el viento” es el primer libro que publico, y hay un poco de todo eso en los relatos. Sin embargo, esos relatos emergen desde un espacio, el propio, y ese espacio es el sur. Me cuesta imaginar escribir desde otro lugar, pero no por pensar que lo que escribo es o debe ser reflejo de lo identitario de estas tierras, sino más bien por necesidad, por una pulsión que fluye sola mientras escribo. Me resulta inevitable pausar la escritura, mirar por la ventana y dejar que el cielo inmenso, las nubes de formas y colores impensados, y el viento, se cuelen entres las palabras por ser escritas. Es inevitable, repito, pero elijo que así sea. Escribo desde el sur, donde también pasa la vida como en las grandes ciudades, sólo que aquí cambia el aire que se respira, el horizonte y la mirada.

4) ¿Qué te gusta hacer cuando no estás escribiendo?

Es que escribo todo el tiempo, hasta cuando no lo hago. Me sucede, por ejemplo, que leo y escucho música cada día, es de lo que más disfruto hacer, y, aun así, en esos momentos, hay una parte de mí que escribe, de manera involuntaria e inevitable. Los encuentros con amigos y amigas, con mis viejos, son de mis preferidos. Me gusta el ritual de las cenas y sobremesas extensas, escucharnos, conversar y reír mucho. Estar en mi casa, en familia, me encanta, pero salir a la ruta es algo que también disfruto un montón, es algo especial. Aquí las distancias son enormes, la ciudad más cercana está a dos horas y media, y en el medio… nada, y todo a la vez. Y ahí voy de vuelta: música, la estepa infinita y las palabras dando vueltas en mi cabeza. Y si se trata de ir a la montaña, al bosque, al mar o al lago mejor aún, el sentido de todo se hace presente (mientras en mi cabeza escribo, claro).

5) ¿Cuál fue el último libro que leíste y recomendarías?

“Sigo aquí”, de Maggie O’Farrell. Una escritora que descubrí hace poco, es de Irlanda del Norte. Primero leí de ella “Hamnet”, maravillosa novela. Realiza allí una inversión literaria genial puesto que da un lugar predominante a la mujer de Shakespeare, quien narra su historia a través de la de uno de los más célebres escritores y dramaturgos, pero desde su perspectiva y con su propia voz. “Sigo aquí”, el último libro que leí de O´Farrell, reúne relatos autobiográficos que, justamente, trata lo que más disfruto encontrar en lo que leo, los grandes relatos de las pequeñas historias. Sutil pero contundente. Al leerlo se respira al mismo ritmo de la autora.

6) ¿Podrías nombrar a cinco escritores/as que admirás?

Neruda, Cortázar, Simone de Beauvoir, Alfonsina Storni y Claire Keegan. El orden no define prioridad, sólo que Neruda y Cortázar fueron mis primeros amores literarios. Con ellos la poesía y el cuento se impregnaron en la forma de pensar mi sentir. Con Simone de Beauvoir descubrí que las palabras reunidas pueden tener música (y que dan ganas de escucharla bien fuerte). Alfonsina Storni: poeta, mujer… ¿¡qué más?! La escritora irlandesa Keegan es de mis últimos y gratos descubrimientos. Irlanda es mi sur en el lejano Norte.

Me encuentro, hace un tiempo ya, explorando autoras, y si provienen de los márgenes del canon literario, mejor aún. Así descubrí a Maggie O´Farrell, Tove Jansson, Claire Keegan. Sucede en mí algo especial al leer escritoras, encuentro un entendimiento distinto, una complicidad, un lenguaje que comparte miradas. Y, en particular, con estas escritoras de la zona boreal del Hemisferio Norte en algún punto me siento identificada, pues el clima, el paisaje y el aire que se respira entre palabras expresa un lenguaje que se siente familiar. Por ahí voy en estos tiempos. 

7) ¿Por qué escribís?

¿Por qué respiro?, pienso mientras leo una y otra vez la pregunta. Escribo porque lo necesito. Pero no lo necesito para vivir, como al aire. Puedo vivir sin escribir. Sin embargo, hace un tiempo he decidido escribir para vivir o, mejor dicho, para sentir que vivo.

Mis primeros escritos fueron en la adolescencia. En esa época escribía poesía. Era una forma de entender lo que me pasaba, lo que sentía, lo que no podía decir. Escribía para mí. Así lo hice desde aquel entonces y por mucho tiempo. Hace tres años, aproximadamente, empecé “Si no fuera por el viento”, y otra voluntad me empujó a seguir. Voluntad de buscarme. Voluntad de encontrarme en una vida con algo más, con un sentido. “Sentirse liviana y saberse despierta”, dice la protagonista de “La hora azul”, uno de los relatos de mi libro. Esa es la idea.   

 

 



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