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A 46 años del asesinato de Paco Urondo: poesía revolucionaria

Fue asesinado por la última dictadura cívico militar eclesiástica en Mendoza, el 17 de junio de 1976, y su cuerpo continuó desaparecido y enterrado como NN hasta 1983.

Escritor, poeta, guionista, periodista y militante político, Francisco "Paco" Urondo fue asesinado por fuerzas policiales en Mendoza el 17 de junio de 1976 y su cuerpo continuó desaparecido y enterrado como NN hasta 1983, pero lo sobrevive una búsqueda estética que lo convirtió en uno de los poetas más potentes de su generación,

Hace 46 años moría a golpes tras un enfrentamiento con fuerzas represivas quien era el responsable de la Regional Cuyo de Montoneros; el periodista que escribió "La Patria fusilada", una obra dedicada a destacar la vida de los caídos en 1972 en la Masacre de Trelew.

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"Del otro lado de la reja está la realidad, de este lado de la reja también está la realidad; la única irreal es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien si pertenece al mundo de los vivos, al mundo de los muertos", escribió Urondo en un poema de su autoría titulado "La Verdad es la única realidad".

Esos versos, escritos en abril de 1973, cuando Urondo se encontraba detenido en la cárcel de Villa Devoto por su pertenencia a Montoneros, reflejaban el sentido militante de una generación entregada a la lucha por cambiar el mundo.

Nacido en Santa Fe en 1930, Urondo comenzó a publicar desde muy joven, y con apenas 20 años, sus trabajos se editaron en “Buenos Aires Poesía”, una revista vanguardista en la cual trabajaron poetas y escritores como Alejandra Pizarnik y Leónidas Lamborghini.

Fue director de arte contemporáneo de la Universidad del Litoral a los 28 años, realizó adaptaciones para el cine y la televisión, y escribió en semanarios como “Primera Plana” y “Confirmado”.

En un mundo social y políticamente convulsionado en el que sonaban los ecos de los movimientos políticos latinoamericanos que se reflejaban en la Revolución Cubana, el Mayo Francés y la Guerra de Vietnam, Urondo entendió que su compromiso como hombre de letras debía ir más allá de sus escritos y decidió sumarse a la lucha armada.

Así fue cómo se incorporó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), la organización guerrillera integrada por militantes desencantados con la izquierda clásica que vieron en el peronismo un vehículo a través del cual alcanzar el cambio social anhelado por toda una generación.

Urondo llegó incluso a participar del copamiento de la localidad de Garín, en julio de 1970, una de las primeras acciones emprendidas por las FAR. Tres años después, cuando faltaba poco para las elecciones del 11 de marzo de 1973, las fuerzas del orden lo detuvieron junto a Iván Roqué, Lili Massaferro y Alicia Raboy, quien sería la última pareja del poeta.

Terminó detenido en la cárcel de Villa Devoto, donde dos guerrilleros (Alberto Camps y René Haidar) sobrevivientes de Trelew, le narraron las alternativas de aquella masacre de militantes guerrilleros ocurrida en agosto de 1972 en la base naval Almirante Zar. En base a esos relatos, Paco redactó “La patria fusilada”, un texto que se convierte en 1973 en un emblema para la militancia revolucionaria.

Ese año, en el marco de la amnistía política decretada en las primeras horas del gobierno de Héctor Cámpora, Urondo recupera la libertad y se integra a las filas de Montoneros, que se habían fusionado con las FAR. Continuó con su militancia en medio de una Argentina que se sumía en un torbellino de violencia política, y en septiembre 1974 pasó a la clandestinidad al igual que todos los integrantes de Montoneros.

Reorganizar la golpeada Regional Cuyo parecía una tarea imposible, sobre todo por las capturas y muertes de sus militantes que se sucedían desde 1975, algo que Rodolfo Walsh juzgó “como un error” en una correspondencia que mantuvo con militantes de Montoneros.

Aquel 17 de junio de 1976, en Guaymallén, Mendoza, el auto en el que viajaban Urondo, su mujer Alicia Raboy, Angela Urondo de ocho meses y "la turca" René Ahualli, fue interceptado y atacado a balazos.

El entonces responsable de la Regional Cuyo de Montoneros, decidió mentirle a su mujer y decirle que había tomado una pastilla de cianuro, con la intención de que ella escapara junto a su hija.

En medio de las balas que disparaban sus perseguidores, chocaron con una camioneta y detuvieron su marcha.

Con Ahualli herida en las piernas, Paco toma la decisión de no caer con vida. Los represores llegan al Renault, abordan a Urondo y un policía, Celustiano Lucero, le propina un culatazo de fusil que le fractura el cráneo provocándole la muerte.

Alicia Raboy fue secuestrada y trasladada al Departamento 2 (D2) de Inteligencia de la policía mendocina que funcionaba en el Palacio Policial, a dos cuadras de la Casa de Gobierno, y era el centro clandestino más importante de esa provincia, y nunca más se supo de ella.

A la beba Ángela, su familia materna la halló 20 días más tarde en la Casa Cuna, luego de haber pasado también por el D2.

La adoptó una prima de su madre, pero recién a los 20 años conoció su verdadera historia.

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El 6 de octubre de 2011 el Tribunal Oral Federal 1 de Mendoza condenó a prisión perpetua a cuatro ex policías y aplicó la pena de doce años de prisión a un ex teniente, acusados por crímenes de lesa humanidad entre ellos el de "Paco" y Alicia Raboy.

En abril de 1973 escribía, en la Cárcel de Villa Devoto: "Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel cuerpo, ese vaso de vino, el amor y las flaquezas del amor, por supuesto, forman parte de la realidad; un disparo en la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos gritos irreales de dolor real de los torturados en el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía cualquiera son parte de la memoria, no suponen necesariamente el presente, pero pertenecen a la realidad".



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